Un buen día los vimos llegar cargando un enorme perro peludo, del que no se podía definir la raza. Jóvenes, alegres, sonrientes y optimistas, se acercaron los dos muchachos al veterinario y uno de ellos se dirigió a él, diciéndole,
-Este es la mascota de mi amigo que tiene mucho tiempo enfermo, lo ha llevado a varios lugares y no ha podido mejorar, quise traerlo con usted por que sé que es buen médico y queremos su opinión.
El veterinario observó en silencio por unos instantes al perro postrado sobre la cama de exploración, y después de un momento, les dijo,
-Nada de los medicamentos que traen y que le han dado, le pueden ayudar, lo que él tiene es algo más complicado. Tiene Cancer en la piel y está muy avanzado.
En ese momento, el silencio se hizo presente en la veterinaria y los jóvenes hicieron una pausa como tratando de entender lo que estaba sucediendo. Esa dolorosa pausa que todos hacemos cuando las noticias no son buenas entorno a un ser querido. El dueño de la mascota replicó llevando las manos a su cabello y preguntó
-¿Está seguro de lo que dice? y el médico asintió,
-Si, lamentablemente, estoy seguro. Afirmando que el perro estaba teniendo mucho dolor.
En ese momento los dos muchachos irrumpieron en llanto y tomaron la más difícil decisión que se puede tomar ante el dolor de un buen amigo. Le pidieron al médico lo durmiera para evitar que siguiera sufriendo.
Mientras el doctor dormía a "Spot", el joven permanecía aferrado a su perro y entre llanto lo despedía, dándole las gracias por todo lo que le había dado. Por haberlo acompañado desde la infancia y haber sido mas que una mascota, un verdadero amigo.
"Una vida entre las patas"
Comments