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La mamá de los pollitos

El instinto materno es tan fuerte, tan grande, extraordinaria obra de la naturaleza.

Nos hace mover el universo entero por y para nuestros hijos.

El reino animal no escapa a la fuerza de este instinto por amar y proteger a un ser nacido de nosotras mismas.


Daisy, perrita linda, amorosa y tierna; nunca había experimentado ser madre, pero vivía en ella ese anhelo que la marcaba cada celo en su interior.

Ella compartía sus días y espacio con varias gallinas y patos, en aquel enorme patio que alumbraba el sol y bañaba la brisa por las tardes.

Daisy veía con angustia como las gallinas y las patas tenían periódicamente a sus crías; y veía como saciaban su instinto maternal arropándolos.

Pareciera increíble, pero su mirada reflejaba tristeza.


Un día, decidida a cambiar su destino; sin que nadie la viera, a hurtadillas, cuidadosamente, en su hocico, tomó uno a uno los pollitos de una de las gallinas, los llevó a un rincón y se echó cubriéndolo con su cuerpo, tal cual si los estuviera amamantando. La gallina furiosa a golpe de picotazo, obligaba a Deisy a retirarse y devolver a los pollitos. A Daisy no le importaba, una y otra vez repetía el hurto de las crías; ella, solo por un instante, quería sentirse "la mamá de los pollitos" y experimentar esa sensación extraordinaria de ser madre.





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