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Popeye

Ella llegó un día por la tarde a casa, él se acercó observando con sus enormes ojos grises y pisada cauta propia de un felino.

Ella pensó que tal vez necesitaba un poco de cariño, agua y comida, así que se precipitó a brindarle.


Al día siguiente los ojos grises aparecieron nuevamente clavando su mirada en ella, asi que, se repitió el ritual de cariño comida y agua.


Transcurrieron los días y él llegaba cada tarde a unirse al grupo de gatos de ella para disfrutar del alimento y gratos momentos de juego y calor de hogar.


Un buen día, ella decidió que necesitaba un nombre; "Benito", un collar y una placa que le diera identidad. Así lo hizo, ¡¡"Benito" tenía oficialmente una familia!! Todo estaba perfecto, el ir y venir de "Benito" continuará, feliz con su nueva familia.


Una tarde, algo nuevo sucedió en la rutina familiar gatuna. Del collar de "Benito" se asomaba una nota. El contenido de la nota fue toda una sorpresa: "Tiene dos casas, acá se llama Popeye".


Este gato bribón continuó feliz con su doble vida de Benito-Popeye, yendo de una casa a otra poniendo sus enormes ojos grises de excusa perfecta para pedir cariño y comida en dos casas.





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